miércoles, 22 de febrero de 2012

Los perros también sufren peligro de extinción

Pensar en animales en peligro de extinción lleva de manera, casi inevitable, al mundo salvaje. Sin embargo, no sólo allí se hallan especies al borde de su desaparición, sino que también los encontramos en el ámbito doméstico. Es el caso de algunas razas de perro que, por diferentes motivos, apenas cuentan con un censo lo suficientemente nutrido para garantizar su subsistencia.




El setter inglés es un buen ejemplo de cómo el simple efecto de las modas puede suponer el fin de una raza. La introducción del chihuahua y su crecimiento exponencial como mascota ha sido una de las causas por las que, según el Club de Perreras británicas, el número de nacimientos de setter inglés ha caído en dos tercios en la última década. El chihuahua, por su parte, ha visto incrementado el número de registros en un 25% sólo en el último año, empujado por la popularidad que le han dado estrellas como Paris Hilton.


El setter no es la única raza autóctona inglesa que se encuentra en peligro de extinción. Tal y como apunta Caroline Kisko, secretaria del Club de Perreras, pasa a unirse a la lista negra de otras 24 razas nativas vulnerables, como el terrier irlandés, el sussex spaniel o el collie de pelo corto.


Otro dato abrumador: en 2011 tan sólo se registraron en Reino Unido 3.000 perros de las 25 razas vulnerables, frente a los casi 2.000 huskies siberianos. No obstante, ni siquiera estos salen bien parados porque, tal y como explica Kisko, "el número de razas exóticas que están llegando a nuestros refugios se está multiplicando porque la gente termina por no poder darles el cuidado, aseo y ejercicio que necesitan".


En nuestro país, el alano español es una de las razas autóctonas más vulnerables. Introducido, según la mayor parte de teorías, por las tribus bárbaras en el siglo IV, su población fue disminuyendo a medida que sus usos caían en el olvido, fundamentalmente la ganadería brava y la caza. Como explica José Manuel López-Sidro, veterinario y presidente de Ancae (Asociación Nacional de Criadores de Alano Español), "en la década de los ochenta arrancó la recuperación de la raza en el norte de España". En concreto, en la región de Las Encartaciones (Bizkaia), donde la ganadería extensiva se encargó de preservar la especie, utilizando a los perros para sujetar al ganado por las orejas y el morro para su marcaje o vacunación. Y es que se trata de una raza corpulenta, de gran fuerza, que ya desde cachorro muestra su instinto de mordida para retener a su presa sin dañarla.

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